La gentrificación es el fenómeno urbanístico y social que se produce en el centro histórico o turístico de las ciudades cuando por su atractivo turístico y comercial comienza a ser un lugar de concentración de visitantes foráneos, con residencia temporal en alojamientos de tipo turístico, con lo que se desplaza a la población autóctona tradicional del centro histórico, que termina por desplazar su domicilio habitual a zonas periféricas.
Este fenómeno, que ya se ha producido en las capitales más importantes de España (esencialmente Madrid y Barcelona (especialmente en esta última con diversas reacciones vecinales de rechazo al turismo9, comienza a plantearse en la ciudad de Valencia.
En efecto, en el más representativo barrio del centro histórico de Valencia -el Distrito de Ciutat Vella- se está produciendo un éxodo de su población tradicional a otros distritos y aumentando la población transeúnte y de origen foráneo.
Obviamente no toda la responsabilidad la tiene al aumento -ciertamente notable- de las licencias de los alojamientos turísticos y la transformación del comercio de la zona de un comercio tradicional en uno orientado a la restauración y el turismo, sino también la oferta de viviendas mejor dotadas y acondicionadas en otros distritos, así como la existencia de mayores zonas verdes y dotaciones de todo tipo (particularmente deportivas) en otros distritos de la ciudad.
Este fenómeno de abandono de las zonas tradicionales tuvo una incidencia importante hace algunas décadas, pero fue frenado por los proyectos urbanísticos de rehabilitación del centro histórico (por ejemplo el plan RIVA, de indudables éxitos), pero quizás ha llegado el momento de plantearse el urbanismo de los centros ciudadanos del siglo XXI, para devolver la vida ciudadana estable al centro histórico de las grandes ciudades.
En Valencia probablemente sea necesaria una reflexión para rediseñar el centro histórico a fin de abordar racionalmente este problema de la gentrificación, ante la perspectiva de que la situación se agrave más y continúe el flujo de población estable desde la Ciutat Vella hacia otros distritos más periféricos.
El rediseño y la remodelación de los lugares más emblemáticos del centro de la ciudad (plazas d de la Reina, del Ayuntamiento o del Mercado) podrán hacer más atractiva ésta para los residentes, aunque también atraerá más población transeúnte de carácter turístico y el fenómeno de la gentrificación se incrementará.
Me atrevo a señalar, con carácter inicial, que es necesaria una planificación específicamente turística, de carácter mixto -desde las ópticas urbanísticas (previsión de dotaciones, zonas residenciales y terciarias) y comerciales (establecimientos y locales turísticos). Una reflexión global sobre la ciudad en relación con esta cuestión y la realización de un planeamiento específicamente turístico.